Estamos inmersos en un mundo 2.0 que supone otra forma de entender la comunicación. Puesto que tenemos disponible mucha información en la web, corremos el riesgo de sufrir lo que se ha llamado “infoxicación” o intoxicación por exceso de información. Hay tanta información disponible que no sabemos discernir lo relevante y certero de lo que no lo es, y somos incapaces de centrar nuestra atención en la información que sí merece la pena.

Lo mismo pasa en el ámbito de la comunicación científica. Durante la pandemia de COVID-19 hemos podido ver una muestra más de la cantidad de bulos que corren por las redes sociales e Internet en general. Esto es especialmente peligroso cuando se trata de temas de salud. Es por eso que si como comunicadores científicos necesitamos que nuestra información llegue a las personas interesadas y llame su atención lo suficiente como para dedicar tiempo a leernos a nosotros en vez de otra de las infinitas opciones que hay, tenemos que ganar credibilidad. Esta credibilidad, por supuesto, va ligada con el nivel de los contenidos que publiquemos, pero también va ligada a cómo los publiquemos.
Por eso es importante contar con un buen plan de contenidos. Los planes de contenidos tienen tres aristas fundamentales; estrategia, contenidos y planificación.
La estrategia siempre va a depender de quién seamos. Si divulgamos ciencia desde una institución compartiremos contenidos corporativos con la función de comunicar y ganar prestigio, utilizaremos como avatar nuestro logo y pondremos una descripción general con el objetivo de obtener un mejor posicionamiento. También podemos compartir contenido relacionado con lo que hacemos aunque no sea nuestro. De esta forma mantenemos el interés de la audiencia y creamos comunidad.
Por otro lado, si lo que queremos es comunicar ciencia desde una marca personal, los contenidos tendrán un cariz más laboral y vivencial con la función de ganar reputación y contactos. Utilizaremos como logo una fotografía nuestra y una descripción más concreta. El objetivo en este caso es personal, puede ser dar opiniones, el ocio, o laboral para darle un toque más profesional a nuestra estrategia de comunicación. Es importante que la audiencia vea que detrás de esa página de divulgación hay una persona, por lo que no está de más escapar un poco de vez en cuando del contenido estrictamente científico. Aun así los límites entre vida profesional y privada los tiene que marcar cada persona.
La elaboración de un plan de Social Media en comunicación científica requiere tener en cuenta que hay que empezar por un análisis de la situación, analizar la competencia y qué se está haciendo ya similar a lo que queremos hacer. Posteriormente se han de definir muy bien los objetivos de forma concreta, así como los públicos a los que queremos llegar, los valores que queremos transmitir y finalmente determinar las acciones que tomaremos y los canales que utilizaremos teniendo en cuenta la definición de las fases iniciales que hemos hecho.
Es importante también, una vez definidas las fases anteriores, establecer un calendario que defina concretamente las acciones que llevaremos a cabo y el momento en el que lo haremos. Como se suele decir “es importante tener un plan para romperlo” y en este caso no es diferente. Hemos de tener bien definidos los contenidos que publicaremos las próximas semanas e incluso meses, eso nos ayudará a no perder el tiempo cada vez pensando en los contenidos y también a tener un discurso en la red más coherente.
Aun así, en comunicación científica, y más en el momento que estamos viviendo de crisis sanitaria, los acontecimientos cambian muy a menudo y es normal que tengamos que cambiar el contenido en función de la actualidad y dejar para otro momento lo que teníamos planificado. Es importante rehacer los planes, en vez de romperlos y quedarnos sin plan.
Por otro lado, tenemos que tener en cuenta el presupuesto con el que contamos, para ello se puede incluir el sueldo del personal encargado de las RRSS, dinero destinado a diseño gráfico, edición de vídeos o elaboración de todo tipo de contenido destinado a nuestras redes, y por otro lado, tomar la decisión de si queremos invertir dinero directamente en la publicidad pagada en redes para que nuestro contenido sea más visible. Dependiendo de la red y de los objetivos que tengamos será conveniente hacer unas campañas u otras.

Por último, hemos de invertir también esfuerzo en monitorización, seguimiento y corrección de nuestros contenidos. No basta con publicar, sino que hemos de estar atentos para ver la recepción que tienen, el alcance e interactuar con los usuarios que nos interpelan en las redes. También aquí podemos invertir en utilizar herramientas de monitorización o utilizar las que nos proporcionan las propias redes.
Si hablamos concretamente de comunicación científica en redes, es fundamental utilizar un formato comprensible, con un discurso divulgativo, un lenguaje sencillo, intentar evitar tecnicismos si no se explican y podemos también intentar recurrir a recursos literarios para explicar ciencia. Esto ayudará a una mejor comprensión, ya que utilizamos marcos mentales en el receptor que ya tiene preestablecidos y los aprovechamos para explicar ciencia.
Por otra parte, no hay que olvidar contextualizar nuestro mensaje; aprovechar la actualidad, atender a las oportunidades que esta nos brinda, anticiparnos a lo que pasará, empatizar con la audiencia, detectar y solventar sus inquietudes y hacer sentir próxima a nuestra audiencia.
Cabe tener en cuenta que para ayudarnos con la programación, por ejemplo en Twitter, podemos utilizar algunas herramientas que permiten dejar los tweets programados previamente y decidir el momento en que queremos que se publique, algunos ejemplos son TweetDeck o Hootsuite. La segunda también sirve para Instagram, junto con otras como Later o Metricool
Estas herramientas son muy útiles ya que podemos dedicar el tiempo a programar, por ejemplo, las publicaciones de toda la semana el lunes y luego “olvidarnos”. Aun así, hay que recordar que las redes sociales requieren revisión constante, interacción y capacidad de reacción. Además permiten analizar el impacto de nuestras publicaciones, el feedback que reciben y todo tipo de analíticas que nos pueden servir para monitorizar mejor nuestras estrategias en RRSS.
Si una vez cumplidos todos estos pasos, queremos asegurarnos al 100% el éxito en nuestra comunicación científica en redes sociales, hemos de darle la guinda final a nuestros mensajes para hacerlos más atractivos. Algunas claves son buscar anécdotas, despertar la curiosidad, generar debate, recurrir al humor o tratar de emocionar y humanizar en la medida de lo posible nuestros mensajes.
Como veis, divulgar ciencia en la red no es tarea fácil, pero tampoco es imposible. Requiere mucha dedicación, es un trabajo a tomarse en serio y bastante costoso al que hay que dedicar tiempo todos los días si queremos fidelizar a nuestra audiencia. Todo es cuestión de animarse a empezar, y si no, siempre puedes recurrir a una empresa especializada como Laniakea en la que contamos con profesionales que estarán encantadas de ayudarte a empezar o mejorar una estrategia de comunicación científica en redes. ¡Manos a la obra!